Juan Carlos I: toda una vida en las dictaduras

Juan Carlos de Borbón, rey de España entre 1975 y 2014, nació el 5 de enero de 1938 en Roma. En la Roma fascista de Benito Mussolini. Escasos meses después, en marzo de 1938, Benito Mussolini y Adolf Hitler se reunían en Roma y comenzaban a forjar las bases del Pacto de Acero firmado un año después, en mayo de 1939 en Berlín. Por esas fechas, los fascistas italianos y los nazis alemanes llevaban años perfeccionando el arte de la guerra en España, su particular campo de maniobras. Un ejemplo de ello lo encontramos en Guernica, donde en 1937, tanto alemanes como italianos, bombardearon población civil asesinando a no menos de 120 personas.

«Juan Carlos no solo nació en una dictadura, sino que gran parte de su vida la ha pasado en regímenes autoritarios rodeado de personas, cuanto menos, con gran afinidad con las dictaduras» – Luis Gonzalo Segura

Juan Carlos I, de la Italia fascista a los despóticos Emiratos Árabes Unidos.

Cuando decidió contraer matrimonio, casualmente, eligió a una mujer, Sofía de Grecia, cuya vinculación familiar con el nazismo alemán causa escalofríos. La madre de Sofía, Federica de Hannover, formó parte de las Juventudes Hitlerianas, de cuya época todavía existe una fotografía de ella, la abuela del actual Felipe VI, y sus dos hermanos luciendo uniformes nazis. Quizá por ello, la reina Sofía se ha caracterizado por hacer, incluso, manifestaciones abiertamente homófobas. 

Por si fuera poco, Juan Carlos fue fiel defensor del dictador Francisco Franco en un documental grabado para una cadena suiza en 1969, después de ser nombrado sucesor por el propio dictador: «Franco es un ejemplo viviente para mí». De nuevo, nos desplazamos en coordenadas de la casualidad, cierto, pero no hemos terminado.

Muerto el dictador, Juan Carlos I se convirtió en rey de España y lejos de alejarse, tanto del dictador como de su familia, continuó protegiendo a la Familia Franco, hasta el punto de otorgar la Guardia Real contratos, de forma cuanto menos inmoral, a los descendientes de Franco incluso cuando Juan Carlos ya no estaba en el trono –hasta 240.000 euros facturó un veinteañero de la familia Franco a Defensa durante 2018–. Además, Juan Carlos habló en los últimos años, sin atadura alguna, en términos cariñosos y elogiosos del dictador en un documental en la televisión francesa en 2016: «Conmigo, Franco se reía; con los demás era hermético». Una referencia obscena para cualquiera que se considere mínimamente demócrata. 

En España consideran a Juan Carlos I como el ‘Salvador de la Democracia’, curiosamente, por el golpe contra la democracia de 1981 en el que participó. Pero no solo le consideran demócrata, también le suponen como un tipo campechano, ‘el Campechano’. Sin embargo, diría que un ‘demócrata campechano’ no se exiliaría en una dictadura ni acumularía, según diversos medios, una fortuna de 2.000 millones de dólares amasada necesariamente de forma irregular, cuando no ilegal. Porque un tipo campechano y demócrata es Pepe Mújica. Juan Carlos I es otra cosa. Es un delincuente múltiple con un amor desmedido por el poder, el dinero, las mujeres y las dictaduras que no se ha retirado en una casa de campo a disfrutar de una vida tranquila, sino que actualmente reside en una de las dictaduras más déspotas que existen en el mundo y que sus últimos años los ha vivido como un playboy multimillonario.

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