Murió Silvio Berlusconi

Vierne5 / El polémico político italiano dividió a la opinión pública de su país e internacionalmente como pocos, como lo caracterizaron diversas agencias de noticias, entre ellas la alemana DW.

La entidad informativa dijo que, en una mirada retrospectiva, puede considerarse a Berlusconi como el “Cavaliere” -el caballero- de la política italiana y como uno de los precursores del populismo político.

Algunos lo veían como un niño grande, un personaje bromista y pícaro, muy del gusto de muchos italianos. Un político que parecía distinto y que podía ser a veces espontáneo.

Pero la realidad era otra, según el periodista italiano Giuseppe «Beppe» Severgnini, quien escribió un libro sobre el fenómeno Berlusconi. Señala que sus gestos eran calculados, al igual que sus pequeñas transgresiones. 

Muchos italianos se sentían avergonzados, pero no él ni sus seguidores. «Berlusconi entiende que las críticas del exterior y el bochorno de algunos de sus compatriotas solo incrementaron su popularidad en las clases bajas, entre aquellos que antes votaban por la izquierda y ahora votan por él”, apuntó el autor.

Sus compatriotas votaron masivamente por él. En 1994, cuando se postuló por primera vez a la jefatura de gobierno, obtuvo casi el 43 por ciento de los votos. ¿Por qué? Esa pregunta conduce a aquellos terrenos en que la política deja de tener que ver con la racionalidad.

Ernesto Galli della Loggia escribió en el diario Corriere della Sera que Berlusconi no tenía un programa político sólido. Decía que las ideas que planteaba no eran más que simples lugares comunes. Y, sin embargo, tuvo arrastre: «La política tiene que ver con el corazón y la fantasía. Con esperanza, con el material del que están hechos los sueños. Y eso es lo que actualmente le hace tanta falta al bloque moderado en Italia”, subrayó.

A mediados de la década de 1990, la economía italiana se hallaba al borde de una recesión; las privatizaciones provocaron despidos masivos, el mercado laboral fue desregulado. A eso se sumó la depresión política. Y, en 1992, los fiscales Giovanni Falcone y Paolo Borsellino fueron asesinados por la mafia.

Entonces apareció Berlusconi. «Il Cavaliere» prometió restablecer el orden en el país, con su partido Forza Italia. El multimillonario empresario anunció que reproduciría sus propios éxitos financieros a escala nacional. Y el electorado le creyó, porque quería creerle. Esperaba un milagro llamado Berlusconi.  Por eso no le importó que quedaran ciertas dudas en torno a la procedencia de su fortuna o a la compatibilidad de sus cargos políticos con sus intereses económicos.

«Silvio Berlusconi entró en la política para defender sus empresas”, había advertido ya en 1994 su asistente Marcello Dell’Utri. Pero eso interesó poco a los electores, que lo eligieron repetidas veces como su gobernante.

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