Viernes. El férreo y frio mandatario de Corea del Norte, Kim Jong-Un,
ordenó este lunes un confinamiento general de la población tras reconocer, por
la vía de la fuerza de los hechos, que en su territorio cunde ya la pandemia.
Tardaron semanas en decirle al mundo que en efecto ya van varias decenas de
víctimas en la enfermedad, como si con eso pudieran evitarla-
Más de dos años después del inicio de la propagación mundial del SARS-CoV-2,
Corea del Norte reconoció “el primer caso” de Covid dentro de sus fronteras. Al
paso de las horas el gobierno de Pyongyang había admitido hasta este lunes
seis muertes e indicó que se estaba tratando a más de 18 mil pacientes “con
una fiebre que se ha propagado en el país”. En contraposición a la realidad,
aproximadamente 190 mil personas han sido aisladas.
El reconocimiento de que las autoridades están tratando de contener el
problema, es un giro notable para un país que antes se jactaba del éxito de su
política de sellar las fronteras al comienzo de la pandemia.
Pocos virólogos lo creyeron en su momento, pero organizaciones sanitarias y
asistenciales internacionales se vieron inicialmente limitadas a trabajar en
Pyongyang, antes de que se les ordenara dejar el país.
Medios disidentes habían reportado periódicamente que “una enfermedad
indefinida se propaga rápidamente en este país”, un país que cuenta con
recursos de salud pública extremadamente limitados.
Se dijo que las víctimas eran sepultadas antes de que se hubiera confirmado la
causa de deceso. Sin embargo, el régimen Kim Jong-Un continuó insistiendo en
que nada ocurría.
Peor, Pyongyang llegó a rechazar en septiembre de 2021 una oferta de Unicef
de donar tres millones de dosis de la vacuna Sinovac, argumentando que
manejaría la situación a su manera, y a su manera fue que hace 48 horas Kim
ordenó un confinamiento a nivel nacional, mientras los medios de prensa
estatales mostraban imágenes del dictador presidiendo una reunión del
politburó con mascarilla. La precariedad de las medidas es el equivalente a
tratar de matar el Covid a palazos y a amenazas contra la población.
El gobierno calificó la situación como una «emergencia extremadamente crítica”
para el país, de 26 millones de habitantes. A los residentes en la capital se les
ordenó regresar a sus hogares y permanecer allí.
Hay reportes de que la imposición de un confinamiento provocó compras de
pánico y escasez de algunos productos.
