Vierne5 / Editorial.
Explorando las profundidades de la crisis y la esperanza de renacimiento en un país desgarrado

Siguiendo con mi editorial anterior, es necesario desmitificar una idea común: en los gobiernos comunistas como el de Venezuela, no estamos tratando con políticos que se corrompieron en el camino; lo que tenemos ante nosotros es un grupo de criminales que tomaron el poder.
Desde el inicio, las estrategias empleadas han sido las de una organización criminal, disfrazada de proyecto político. El gobierno ha desplegado una maquinaria de corrupción y represión que ha permitido perpetuarse a costa del sufrimiento de millones de ciudadanos. La cooptación de todas las instituciones, la eliminación sistemática de los opositores y el despojo de los recursos del país muestran la verdadera naturaleza del régimen.
Los que dirigen el destino del país se han beneficiado enormemente de esta situación. Mientras la economía se desmorona y la gente muere de hambre o por falta de atención médica, los jerarcas del régimen disfrutan de lujos, protegidos por su red de aliados y cómplices. Su objetivo no ha sido el bien común ni el progreso, sino la permanencia en el poder a cualquier costo.
El saqueo de la nación se ha ejecutado con precisión y frialdad. Los recursos petroleros, una vez el pilar económico de Venezuela, han sido malversados, desviados hacia las cuentas privadas de una élite corrupta. Las empresas públicas han sido llevadas al borde del colapso para facilitar la venta de activos a precios irrisorios. La minería ilegal, el tráfico de drogas y la explotación de minerales en la región del Arco Minero se han convertido en fuentes de financiación para sostener el régimen.
Mientras tanto, los ciudadanos de a pie son relegados a la supervivencia. Los servicios públicos son un desastre, las instituciones educativas están en ruinas y el acceso a la justicia es una ilusión. Aquellos que osan desafiar al gobierno enfrentan la violencia de las fuerzas del Estado o la prisión. No se trata de una mala gestión ni de errores políticos. Es la obra calculada de un aparato criminal que busca enriquecerse mientras destruye una nación.
Reconocer esto es crucial para entender el desafío que enfrenta Venezuela. La lucha por la democracia no es solo contra un régimen corrupto, sino contra una estructura criminal que ha hecho del país su botín. La comunidad internacional debe tomar conciencia de esta realidad, y los venezolanos deben encontrar la fuerza y la unidad para recuperar su nación y poner fin a esta oscura página de su historia.
Victor Julio Escalona
Editor