Vierne5. / Editorial.
Inseguridad, falta de mantenimiento y el abandono de un sistema crítico dejan en emergencia a Monagas y en alerta a toda Venezuela
La tragedia vuelve a tocar las puertas de los venezolanos. Una explosión de gran magnitud en la planta gasífera Muscar de PDVSA en Punta de Mata, estado Monagas, ha sacudido la región y encendido las alarmas sobre el nivel de descomposición que reina en los sectores estratégicos del país. El incidente, que ocurrió este lunes 11 de noviembre, es otra muestra de cómo la ineficiencia y la corrupción del régimen han convertido a Venezuela en una bomba de tiempo.
Los videos que rápidamente circularon en redes sociales muestran una densa columna de humo negro y llamas descontroladas emergiendo de la planta. Este suceso no es un accidente aislado, sino el resultado de años de negligencia, saqueo y falta de inversión en las instalaciones de PDVSA, que alguna vez fueron el orgullo de la industria energética de América Latina. Ahora, tras la explosión, tres personas heridas y la evacuación de la zona cercana al complejo, queda claro que la desidia ha tenido un precio devastador.
La planta Muscar es esencial para la producción de gas en el país. Su ubicación estratégica entre los campos de Musipán y Carito la convierte en un pilar fundamental en la debilitada economía venezolana. Pero bajo el mando del régimen, la planta no recibe el mantenimiento ni la supervisión adecuada. En su lugar, el dinero público es desviado hacia los bolsillos de quienes están en el poder, mientras las instalaciones industriales, junto con el bienestar del pueblo, se hunden cada vez más.
El cierre preventivo de las vías cercanas y la nube tóxica que se despliega sobre la región ponen en riesgo directo a miles de personas. Las autoridades locales, que apenas pueden contener la situación, instan a la población a mantenerse lejos de la zona y seguir las indicaciones de emergencia. Pero, ¿cuántas veces se le puede pedir a un pueblo que confíe en un gobierno que, una y otra vez, lo expone al peligro?
Es lamentable ver cómo la cúpula chavista-madurista sigue ignorando la urgente necesidad de proteger y mantener las infraestructuras críticas del país. Y mientras tanto, se llenan los bolsillos con recursos que deberían destinarse a mantener segura y estable a Venezuela. Los venezolanos no deben soportar más la carga de un gobierno que, en vez de servirles, los ha sometido al caos.
Desde esta redacción, decimos: Venezuela no puede seguir siendo víctima de la codicia de unos pocos, de esos que usan al país como su propio banco personal, mientras el ciudadano de a pie paga las consecuencias.
Victor Julio Escalona
Editor.