Vierne5./ Editorial.
La voluntad popular fue robada y las instituciones del Estado están en manos de golpistas: El futuro de Venezuela pende de un hilo y la acción es urgente.
Los eventos en Venezuela avanzan a una velocidad vertiginosa, y lo que antes parecía una crisis política ahora ha devenido en un golpe de Estado de facto. La contundente derrota del régimen de Maduro en las recientes elecciones, con una diferencia aplastante de casi 40 puntos, debería haber significado un nuevo amanecer para el país.
Sin embargo, el régimen, en su desesperación por mantenerse en el poder, decidió robar los resultados. Este hecho no es una simple conjetura, es una verdad documentada: el movimiento liderado por María Corina Machado (MCM), logró obtener y difundir el 73 por ciento de las actas de votación, sacándolas del país y entregándolas al Centro Cárter como prueba irrefutable de la manipulación del proceso.
Pero este no es el único problema. No estamos aquí para pedirle al régimen que reconozca su derrota, porque eso sería tan absurdo como pedirle a un ladrón que devuelva lo robado después de haber sido atrapado in fraganti. Lo que vivimos es mucho más grave. El poder ejecutivo, el alto mando militar, el Consejo Nacional Electoral y el Fiscal General de la República han conspirado para desconocer la voluntad soberana del pueblo expresada el pasado 28 de julio. Esto no es un error de cálculo, es un golpe de Estado orquestado desde las entrañas del poder.
Desde esta tribuna denunciamos con firmeza que no estamos ante una simple crisis electoral, sino frente a una conspiración que ha roto la legitimidad de las instituciones que deberían proteger la democracia. El pueblo ya no puede esperar hasta enero, como algunos sugieren. La demanda es clara: los golpistas deben salir ya. Cada día que se mantiene en el poder un gobierno que utiliza la violencia para reprimir a su propio pueblo, nos acercamos más al abismo.
La comunidad internacional debe entender que no se trata de meras disputas internas. Lo que está en juego es el futuro de un país entero, secuestrado por una dictadura que ha perdido cualquier vestigio de legitimidad. El régimen de Maduro es ahora más frágil que una estatua de Chávez. Su estabilidad es ilusoria, sostenida solo por el miedo y la represión.
Es hora de actuar, no de esperar. El pueblo venezolano ha hablado, y su voz no puede ser silenciada por la violencia de un régimen que ya ha demostrado estar dispuesto a hacer cualquier cosa para mantenerse en el poder. La lucha por la restauración de la gobernabilidad ha comenzado, y no podemos detenernos hasta que los golpistas se vayan.
Victor Julio Escalona.
Editor.