Vierne5. / La Voz Del Lector.
El torbellino de noticias que afectan directa e indirectamente a los venezolanos no se detiene.

Nuestro país es mayoritariamente honesto y decente. Los venezolanos somos trabajadores, bien dispuestos y siempre echados para adelante, no importa el lugar donde nos encontremos. Hemos demostrado con esfuerzo y sacrificio que no somos parte del problema, sino de la solución. Sin embargo, el peso de una tiranía criminal y la desesperanza de un exilio forzado nos han convertido en víctimas de un doble castigo: el que nos impone la dictadura y el que ahora nos quiere imponer el mundo.
Por unos pocos forajidos, por las acciones de grupos criminales que operan bajo la sombra del régimen, se pretende incluirnos en una lista negra. Se nos quiere etiquetar como ciudadanos indeseables, en un país que ha sido históricamente amigo y cercano a nuestra causa. Es una gran injusticia.
La reciente declaración de la Casa Blanca, en la que se confirma lo que ya todos sabemos: que el régimen de Maduro es un estado criminal vinculado al narcotráfico y el terrorismo, es un avance en el camino de la verdad. Sin embargo, en el mismo discurso, el señalamiento generalizado a los migrantes venezolanos representa un error garrafal. No se puede castigar a quienes huyen del crimen tratándolos como criminales. No se puede confundir a la víctima con el verdugo.
Los venezolanos no tenemos la culpa de que el dictador de Miraflores haya convertido nuestro país en una guarida de criminales y terroristas. No somos responsables de que su régimen haya servido de amparo para el Tren de Aragua, el ELN, el Hezbollah y el Cartel de los Soles. ¿Acaso olvidan los gobiernos del mundo que los primeros en sufrir estas consecuencias somos los propios venezolanos?
No podemos permitir que se utilicen las acciones de la mafia madurista y sus tentáculos delictivos para etiquetarnos a todos como parte del problema. Es una infamia que golpea doblemente a quienes han tenido que salir de Venezuela escapando de la miseria y la represión. Primero, son despojados de su país, y luego, criminalizados por intentar rehacer sus vidas en otras tierras.
Que en Washington tengan clara la naturaleza del régimen madurista es positivo. Como decimos en criollo, “no tenían más sencillo”. Pero lo que no pueden hacer es ensañarse con toda una nacionalidad por los delitos de un grupo reducido de criminales apadrinados por la dictadura.
No se puede permitir que el venezolano común, ese que se levanta cada día a trabajar con dignidad en el exterior, sea señalado como si fuese parte de una estructura criminal que lo oprime tanto como oprime a los demás. Ya es suficiente con haber sido rehenes de un narcoestado que destruyó nuestra nación, como para ahora tener que pagar por los delitos de nuestros verdugos.
Si hay criminales venezolanos en cualquier parte del mundo, que se les aplique todo el peso de la ley. Que no haya contemplación ni impunidad. Pero que no nos conviertan a todos en blanco de medidas que solo alimentan la xenofobia, el rechazo y la desesperanza de millones que solo buscan una oportunidad de vida en paz.
No más crueldad. Basta de castigar a las víctimas. El problema no es la diáspora venezolana, el problema es la dictadura criminal que la generó. A los gobiernos del mundo les toca entender esta diferencia y actuar con justicia, no con prejuicio.
La verdadera lucha sigue siendo por la libertad de Venezuela.
Vierne5. / La Voz Del Lector.