Vierne5. / Editorial
«El caso de la cónsul Cabello revela que la diáspora venezolana tiene el poder de cambiar el juego si actúa con unidad y determinación.»
En una semana marcada por debates sobre migración y codesarrollo en el País Vasco, un episodio ha resaltado la capacidad de la diáspora venezolana para hacerse escuchar y marcar una posición firme frente al régimen de Nicolás Maduro. Las asociaciones de venezolanos, lideradas por Pedro Gil en el País Vasco y Andrés Osorio en Valencia, lograron lo que hace años parecía impensable: la exclusión de una representante del chavismo de un evento organizado por actores relevantes de la sociedad civil y política española.
El veto a la cónsul Cabello: una declaración contundente
La cónsul de Venezuela en Bilbao, hermana del temido Diosdado Cabello, fue inicialmente invitada al foro sobre migración debido a su rol como decano del cuerpo consular en la región. Sin embargo, las asociaciones de venezolanos no tardaron en reaccionar, movilizando a grupos de opinión, líderes comunitarios y hasta partidos políticos como el PNV y el PP. El mensaje fue claro: la presencia de la cónsul significaría un agravio para las víctimas de la brutal represión en Venezuela y sus familiares en el exilio.
La presión surtió efecto. El comité organizador del foro decidió desestimar la invitación de la funcionaria, una decisión respaldada públicamente en un comunicado. El mensaje enviado desde Bilbao resonó en toda España: la diáspora venezolana no permitirá que el régimen utilice espacios internacionales para lavarse la cara.
Una lección de articulación y unidad
Este episodio deja una enseñanza valiosa para los venezolanos dentro y fuera del país: el poder de la diáspora es inmenso, pero solo se activa cuando hay unidad, organización y creatividad. En esta ocasión, la presión conjunta de asociaciones y ciudadanos logró lo que muchas veces la comunidad internacional no se atreve a hacer: marcar límites claros al chavismo y sus representantes.
La diáspora venezolana, con más de siete millones de personas repartidas por el mundo, tiene el potencial de ser un actor determinante en la lucha por la democracia. Pero este poder, como bien señala el caso del País Vasco, es un gigante dormido que debe despertar. Si se logra replicar esta experiencia en otras ciudades y países, el impacto podría ser mucho mayor que cualquier resolución diplomática.
Más allá de las fronteras: un llamado a la acción
El exilio no significa desconexión ni resignación. La movilización en el País Vasco y Valencia demuestra que los venezolanos en el extranjero tienen la capacidad de ejercer presión, no solo en defensa de los derechos humanos, sino también como voz activa para garantizar que los valores democráticos prevalezcan en el ámbito internacional.
La comunidad internacional, por su parte, debería tomar nota. Si bien los gobiernos y organismos multilaterales han hecho esfuerzos importantes, la determinación de los propios venezolanos, tanto dentro como fuera del país, es la clave para mantener viva la lucha por un futuro democrático.
La diáspora como fuerza transformadora
La exclusión de la cónsul Cabello es un pequeño triunfo en una batalla mucho más grande, pero su valor simbólico no puede subestimarse. Es un recordatorio de que, cuando los venezolanos se unen, pueden cambiar narrativas, desafiar al régimen y, eventualmente, contribuir a la construcción de un futuro donde la justicia y la libertad prevalezcan.
Desde esta tribuna, celebramos esta acción y hacemos un llamado a la diáspora: despierten al gigante. La democracia venezolana necesita de su fuerza, de su unidad y de su determinación. Este es el momento de actuar, porque la lucha no ha terminado y cada gesto cuenta.
Victor Julio Escalona.
Editor.
