Vierne5. / La Voz Del Lector.
El show mediático de Diosdado Cabello continúa. Esta vez, el jefe mayor del cartel de los soles ha querido presentar la detención de dos alcaldes oficialistas en el estado Zulia por presuntos vínculos con el narcotráfico como una gran cruzada anticorrupción. Como si alguien pudiera creer que un hombre como Cabello, señalado por múltiples instancias internacionales como el zar del narcotráfico en Venezuela, se ha convertido en un paladín de la justicia.
El viernes 14 de marzo, el propio Cabello informó, con su tono prepotente habitual, que estos dos alcaldes y otras siete personas fueron arrestados por su supuesta participación en actividades del narcotráfico. «No le vamos a acompañar a ningún delincuente, electo por quien haya sido electo, si fue electo en la tarjeta del PSUV y está participando en estas actividades del narcotráfico, va a pagar», aseguró en una rueda de prensa transmitida por Venezolana de Televisión.
Desde esta tribuna lo decimos claro: esto no es más que otra estrategia burda para tratar de limpiar su imagen ante Estados Unidos y la comunidad internacional. Cabello pretende hacer creer que en el chavismo hay «depuración» y que él está dispuesto a cortar las cabezas de quienes incurran en delitos graves. Pero la realidad es que en el PSUV no hay un solo líder que no esté, de alguna manera, involucrado en las redes de corrupción y narcotráfico que sostienen al régimen de Nicolás Maduro.
La pregunta es obvia: ¿por qué ahora? ¿Por qué justo en este momento decide arremeter contra sus propios aliados políticos? La respuesta es sencilla. Cabello busca ganar puntos de cara a las recientes sanciones impuestas por la administración de Donald Trump y la creciente presión internacional sobre el régimen chavista. Sabe que el tiempo se le agota y que la salida de Chevron y otras empresas estadounidenses de Venezuela ha abierto una nueva fase de incertidumbre económica para la dictadura. Necesita mostrar algún tipo de «avance» en la lucha contra el narcotráfico para negociar con Washington y apaciguar las tensiones internas del chavismo.
Pero este espectáculo tiene otro trasfondo: la pugna de poder dentro del régimen. No es secreto para nadie que el chavismo es un conglomerado de mafias que operan bajo pactos de conveniencia. Cuando uno de estos pactos se rompe, empiezan las purgas. Y eso es exactamente lo que estamos viendo. Cabello, en su desesperación por mantener su cuota de poder, está utilizando a estos alcaldes como chivos expiatorios para enviar un mensaje a quienes dentro del chavismo no comulgan del todo con su agenda.
Sin embargo, la farsa es evidente. ¿Acaso Cabello y Maduro nos van a hacer creer que estos dos alcaldes son los únicos chavistas involucrados en el narcotráfico? ¿Van a hacernos olvidar que Venezuela se ha convertido en un narcoestado, con la complicidad de los más altos jerarcas del poder? Porque si Diosdado Cabello realmente quisiera combatir el narcotráfico en Venezuela, tendría que empezar por entregarse a la justicia internacional, seguido de su círculo más cercano, compuesto por generales, ministros y operadores financieros que han convertido al país en un paraíso para el tráfico de drogas.
Esta maniobra no es más que una cortina de humo. No hay depuración en el chavismo. No hay justicia en la Venezuela de Maduro. Lo que hay es una lucha interna entre mafias por el control de los últimos recursos que quedan en un país devastado por la corrupción.
Mientras tanto, el pueblo venezolano sigue sufriendo. Siguen muriendo niños por desnutrición. Siguen desapareciendo personas que se atreven a protestar. Siguen encarcelando a líderes opositores. Y sigue aumentando la diáspora de venezolanos que huyen del régimen.
Diosdado Cabello puede seguir con su teatro, pero nadie le cree. Venezuela y el mundo ya saben quiénes son los verdaderos responsables del narcotráfico en el país. La justicia tarde o temprano llegará, y cuando eso ocurra, no habrá rueda de prensa que valga para esconder la verdad.
Vierne5. / la Voz Del Lector.
