Vierne5. / Opinión.
La lucha de las madres venezolanas se convierte en símbolo de resistencia frente a la represión del régimen.
En un país marcado por la opresión, la pobreza y las violaciones sistemáticas a los derechos humanos, emerge una fuerza inquebrantable: las madres valientes de Venezuela. Ellas, con lágrimas en los ojos pero con una determinación férrea, alzan sus voces para exigir justicia y libertad.
Son las madres de los presos políticos, de los jóvenes asesinados en protestas y de los miles que han sido forzados a abandonar el país en busca de un futuro mejor. Estas mujeres, lejos de rendirse, se han convertido en el símbolo vivo de un país que se niega a aceptar la opresión como destino.
«Mi hijo murió luchando por un país libre. Y mientras yo tenga vida, seguiré gritando su nombre hasta que Venezuela recupere la democracia», afirma una madre frente a los tribunales de Caracas. Sus palabras resuenan como un eco de resistencia, recordándonos que la verdadera fuerza de un pueblo radica en su dignidad y en la valentía de quienes no se rinden.
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