el respeto a la cuarentena
Venezuela
Hay muchos que no solamente ya no la evitan, sino que la buscan.
Simón Saba (*)
En muchos países ya se comenta que las cifras que anuncian sus autoridades sanitarias no se corresponden con la realidad.
Los más llamativos son los de las primeras oleadas de la enfermedad, especialmente China, Italia, España, Francia y Reino Unido, que llegaron a mostrar altas tasas de letalidad, pero que en realidad no era sino que no se hicieron los suficientes diagnósticos. Aunque también se dice que, con el tiempo, la tasa de letalidad tiende a disminuir, tanto por razones biológicas como porque ahora se sabe mucho más que en marzo, y muchísimo más que en enero de 2020 sobre cómo atender la enfermedad.
Pero en otros países las cifras fueron muy bajas al principio, y en las últimas semanas se han repuntado. Ese es el caso de Venezuela, Argentina, Costa Rica, entre otros. Nos ocuparemos del caso de Venezuela.
Actualmente en muchas comunidades se sabe que hay tales familias enfermas, tales calles, edificios o sectores donde hay mucha gente contagiada, pero eso no se refleja en las estadísticas oficiales. Además, los números y los casos no paran de subir. ¿Por qué?
Durante los primeros meses la enfermedad no se presentó con fuerza en Venezuela. Eso hizo que el pánico inicial contra la enfermedad fue asimilado. Por meses, se la vio como algo distante, que afecta a otros países, pero no a Venezuela, o no a mi población ni a mi familia. Así, la disciplina se relajó. Si en los meses de marzo y abril la población venezolana tenía una conducta ejemplar, ahora ha bajado mucho el cuidado para prevenir la enfermedad.
Luego, con los meses, la enfermedad se banalizó. «En la familia tal estuvieron todos enfermos, solamente dos de ellos tuvieron algunos síntomas importantes, pero ya están bien; menos mal que ya salieron de eso». Al verla así, ya no se le tiene miedo. Inclusive, aunque se sabe que en tal casa todos están con esa «gripe fuerte», ello no es motivo para que dejen de visitarla, sentarse con ellos sin tapabocas (nasobuco, mascarilla o barbijo, según los países) y hasta tomarse un café juntos.
Añadamos algo: si se presentan a un hospital o CDI para reportar los síntomas, si sale positivo, lo van a recluir y aislar. Eso, la gente lo considera como alejarse de su familia o restringirles la libertad, y para evitarlo, simplemente no se reportan. Es más, si los visitan en un despistaje casa por casa, negarán tener algún síntoma, y hasta se esconderán para evitar la prueba. Así, por supuesto, los números reales son inciertos y solamente están indicando una tendencia.
Volvamos al caso, que debido a la baja tasa de letalidad, la gente ya no le tiene respeto ni miedo a la enfermedad, y hay muchos que ya no solamente no la evitan, sino que la buscan. Todos conocemos casos similares.
¿Cómo hacer para prevenir la enfermedad si la gente busca enfermarse? ¿Cómo tener cifras realistas si la gente se esconde?
Al día de hoy, en el mundo se hablaba de 25 millones de casos y 850 mil fallecidos. Como en todas partes hay subconteos, pero sabiendo que los muertos son difíciles de ocultar, mientras que los asintomáticos pasan desapercibidos hasta para ellos mismos, podríamos estimar que los muertos reales tal vez sean de un millón (con lo cual tal vez ya esté al nivel de la llamada «Gripe de Hong Kong» de 1968), y los casos totales serían al menos 100 millones, eso si estimamos una tasa de letalidad del 1% (algunos dicen que es del 0,2%, y no del 2% como se dijo al principio).
Entonces, ya es una de las pandemias más fuertes de la historia, pero aún estamos lejos de la llamada «inmunidad del rebaño», así que los números regionales y mundiales seguirán subiendo aceleradamente. Por lo tanto, solamente la vacunación masiva y pronta podría evitar males mayores, que ubicarán al Covid-19 como la peor enfermedad desde la «peste bubónica” de 1350 y la «gripe española» de 1920.
(*) El autor es economista, M.Sc.
E-mail: simonsaba250@yahoo.com
Twitter: @SimonSaba
