Hay países, culturas y religiones que discriminan a las personas por su sexo, raza, creencias u orientación sexual. Eso es aberrante.
Por ejemplo, las mujeres son severamente discriminadas y se les niegan derechos básicos en países como Emiratos Arabes, Egipto, Catar, Marruecos e India, entre muchos otros.
En algunos casos no pueden descubrir sus caras o cuerpos en público. En Arabia Saudita hasta hace poco no podían votar, o siquiera manejar.
En países como Nigeria, Yemen, Irán, Sudan, Catar y Arabia Saudita los homosexuales son castigados con cárcel, latigazos, y hasta pena de muerte por lapidación.
Esas prácticas aberrantes son ajenas a Occidente. Nuestra cultura -heredera de la cultura grecoromana y de la tradición judeocristiana- privilegia al individuo, al ser humano -su dignidad y su libertad- sin discriminar por sexo, color de piel, ideas, religión o preferencias sexuales. Aunque todavía hay mucho por hacer, claro está. Esto ha sido un largo proceso de evolución que aún no termina.
Lo anterior me parece básico. Y voy a dejarlo hasta aquí, en lo básico, para no entrar en profundidades y grandes discusiones. Porque el tema tiene aristas complejas, que no estoy de ánimo para jurungar.
-Ramón Muchacho-