Entre bloqueos y desesperación, Maduro lucha contra una derrota inevitable antes del 28 de Julio

En Venezuela, la caída de Nicolás Maduro no es una posibilidad; es una realidad que se despliega cada día frente a los ojos de una nación ansiosa por el cambio. La derrota del mandatario no se circunscribe a un momento electoral, aunque el 28 de julio será, sin duda, el clímax de este proceso. Esta derrota es un fenómeno progresivo, visible en cada acción desesperada y cada maniobra para aferrarse al poder.
Desde el triunfo arrollador en las primarias del pasado 22 de octubre, hasta la unánime designación de Edmundo González Urrutia como el candidato unitario de la oposición, los venezolanos han marcado cada hito con un rechazo tácito al continuismo autoritario. El apoyo de figuras como María Corina Machado y la coalición opositora solo han cimentado esta trayectoria hacia un cambio inevitable.
En respuesta, Maduro ha optado por una estrategia de tierra quemada: bloquea portales informativos, difunde noticias falsas, insulta a medios internacionales, y viola sistemáticamente los principios democráticos y constitucionales que deberían regir el país. Estos actos no son más que las patadas de ahogado de un líder que ve acercarse el final de su era.
La situación actual exige una respuesta firme y unida de todos los sectores opositores. La clave está en la organización, la movilización masiva para votar y, sobre todo, en la defensa rigurosa de cada voto. El deseo de cambio en Venezuela es palpable y no puede ser ignorado ni reprimido por las artimañas de un régimen en declive.
Con el 28 de julio en el horizonte, los venezolanos tienen una oportunidad histórica para reafirmar su compromiso con la democracia y cerrar el capítulo de un gobierno que ha preferido el abuso de poder a la prosperidad de su gente. La cuenta regresiva para Maduro ya comenzó, y el pueblo venezolano está listo para escribir el próximo capítulo de su historia.
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