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Durante varios meses se ha discutido en circulos de sanidad social la prohibicion en Europa de fumar en las terrazas y en la calle si no se puede respetar la distancia de seguridad. Los expertos consideran que el humo del tabaco es “un factor de difusión” del virus. «Los miembros del comité coinciden en que fumar sin limitación en una terraza con personas próximas o en zonas sin distancia es un riesgo alto de infección».
En las últimas semanas muchos especialistas han defendido esta afirmación, que se apoya en la publicación de un estudio del Centro de Investigación y Educación para el Control del Tabaquismo de la Universidad de California. Así pues, muchos medios y políticos han empezado a asegurar que el humo del tabaco transporta el coronavirus y por ello han recomendado no fumar en espacios públicos.
Pero, ¿hasta qué punto es cierto que el humo del tabaco transmite el coronavirus? Según el medio español Maldita.es, especializado en fact checking, el estudio no habla directamente sobre la transmisión del coronavirus mediante el humo sino de la relación entre el tabaco y la Covid-19.
En el estudio, los investigadores dicen que «cuando los pulmones de alguien están expuestos a la gripe u otras infecciones, los efectos adversos de fumar o vapear son mucho más graves que entre las personas que no fuman ni vapean«. Por lo tanto, se entiende que fumar puede afectar la capacidad de nuestros pulmones para combatir infecciones, pero no se dice en ningún momento que el humo transmita el virus.
De momento la comunidad científica cree no hay ninguna evidencia de que el SARS-CoV-2 se transmita a través del humo del tabaco. La Organización Mundial de la Salud aclara que «no existen estudios revisados por homólogos que hayan evaluado el riesgo de infección por SARS-CoV-2 que puede conllevar el consumo de tabaco«.
Aun así, el organismo sí afirma que los fumadores son más vulnerables a la Covid-19. Por un lado, porque «el acto de fumar supone arrimar los dedos a los labios«, y tanto dedos como cigarrillo pueden estar contaminados, provocando que el riesgo de transmisión sea mayor. Además, la OMS recuerda que las cachimbas y pipas se comparten entre varias personas, por lo que el virus puede transmitirse muy fácilmente.
Más allá de la «evidencia» que demuestra que los pacientes que son fumadores y portadores de patología respiratoria crónica y enfermedad cardiovascular tienen mayor riesgo de desarrollar síntomas más severos al infectarse con COVID-19, el estudio constata que «el tabaquismo tanto activo como pasivo podría, directa o indirectamente, contribuir en el desarrollo de infecciones virales de la misma familia del Covid-19, potenciando el riesgo, con peor pronóstico y mayor morbilidad-mortalidad».
«El aumento del riesgo de infecciones respiratorias en el fumador activo y pasivo -señala el informe- puede ser parcialmente atribuido al aumento de la adherencia y colonización bacteriana de la mucosa respiratoria, disminución de la depuración mucociliar nasal y de la vía aérea, y alteraciones específicas de la inmunidad humoral y celular».
Un cigarrillo está compuesto de tabaco, papel, filtro y hasta 599 aditivos. Al quemar un cigarrillo se crean más de 4.000 compuestos químicos. Cuando se fuma se crean dos tipos de humo según la fase en que se encuentre el fumador. En la fase de aspiración hay una corriente principal que inhala el fumador. Después de una pausa hay una corriente secundaria que forma la libre combustión del . Esta corriente secundaria, que es la que afecta a los fumadores pasivos, «representa aproximadamente el 70% del humo total»
