Vierne5./ Editorial.
«El régimen juega a la misericordia mientras el país sigue secuestrado por la tiranía.»
En un gesto calculado y carente de genuina compasión, Nicolás Maduro ha permitido la excarcelación de un grupo de presos políticos, víctimas de su represiva maquinaria poselectoral. Pocos han logrado salir de las mazmorras, mientras miles permanecen atrapados en ellas, sometidos a condiciones inhumanas, pagando el precio de la derrota electoral que el pueblo le infligió al dictador el 28 de julio.
El régimen busca aplaudirse a sí mismo, esperando quizás un agradecimiento por este gesto, que no es más que una maniobra para distraer la atención internacional y mitigar la presión de organismos como la Corte Penal Internacional (CPI). Pero nadie puede ser tan ingenuo. Estos excarcelados, aunque fuera de las celdas, no son libres.
Una libertad condicionada
Los excarcelados han salido de las sombras, pero no de las cadenas. Todos tienen medidas de presentación y prohibiciones para hablar sobre sus casos, una mordaza que les recuerda que el régimen aún los controla. Además, como todos los venezolanos, siguen atrapados en la gran prisión en la que se ha convertido el país bajo la bota del chavismo.
Venezuela decidió liberarse el 28 de julio, cuando más de siete millones de venezolanos entregaron a Maduro su carta de despido. Sin embargo, este la ignora, acumulando el desprecio popular mientras perpetúa un gobierno basado en el terror, la corrupción y el abuso de poder.
Jesús Martínez y los que siguen esperando
El recuerdo de Jesús Martínez, testigo electoral que falleció bajo custodia del Estado, pesa en la memoria colectiva. Su muerte simboliza la crueldad del régimen y la urgencia de justicia para quienes aún permanecen detenidos o han perdido la vida.
Las familias que anoche lograron abrazarse de nuevo merecen un respiro, pero no deben conformarse con esta falsa sensación de alivio. Hay que seguir luchando, no solo por la libertad de los que aún languidecen en las celdas, sino por la liberación colectiva de un país entero.
La lucha continúa
El gesto del régimen no debe engañar a nadie. Es una estrategia para ganar tiempo, para limpiar su imagen mientras persiste en su opresión. La verdadera libertad llegará cuando el dictamen popular del 28 de julio sea respetado, cuando los venezolanos puedan caminar sin miedo y cuando las cárceles se vacíen de presos políticos para llenarse de los verdaderos culpables: los que han saqueado y traicionado a la nación.
Desde esta tribuna, celebramos el reencuentro de las familias y renovamos nuestro compromiso con la lucha por la libertad. Venezuela será libre, porque así lo decidió su pueblo. Es cuestión de tiempo, perseverancia y unidad.
Victor Julio Escalona
Editor