Vierne5./ Editorial.
La verdadera amenaza para Estados Unidos no es quién gane las elecciones, sino el riesgo de que la democracia misma quede erosionada y debilitada por el radicalismo y la desunión.
A medida que se acerca la próxima contienda electoral en Estados Unidos, se nos presentan dos narrativas: la primera, desde el progresismo, advierte que un retorno de Donald Trump sería devastador; la segunda, desde el trumpismo, señala que una victoria de Kamala Harris (o de cualquier demócrata) sería igual de nefasta. Pero, amigos, el verdadero problema no radica en quién gane o pierda esta elección. El peor escenario posible es otro: que Estados Unidos termine desgarrado, atrapado en una guerra política interminable, una batalla campal sin fin que podría convertir la democracia estadounidense en su sombra.
La democracia, como sistema, depende de la capacidad de un país para unirse y trabajar juntos, más allá de las elecciones y las divisiones políticas. Si el próximo presidente, sea quien sea, se encuentra con una nación fracturada en la que el oponente es visto como un enemigo a vencer y no como un adversario a respetar, habremos perdido mucho más que una contienda electoral.
¿Qué Pasa Si la Democracia Pierde Su Poder Unificador?
El problema no es quién se juramente el 20 de enero en el Capitolio. Estados Unidos ha visto presidentes buenos, regulares y malos, y sin embargo, el país ha seguido adelante. La amenaza real es que, en medio de acusaciones de fraude, desinformación y desconfianza, las elecciones terminen perdiendo su poder sanador y unificador. Que al igual que en 2020, los resultados dejen a los ciudadanos aún más divididos, encerrados en sus propias trincheras ideológicas.
En lugar de una transición hacia la reconciliación, podríamos ver una escalada en la retórica y el sabotaje de políticas, donde los intereses partidistas y grupales se coloquen por encima del bien común. Esto no es nuevo, pero la magnitud y el impacto de esta dinámica en una sociedad tan influyente como la estadounidense es un riesgo que no se debe subestimar.
La Democracia No Es Solo un Mecanismo Electoral: Es un Pilar Social
Decía mi tío Chuncho que “ningún gobierno que venga será mejor que el anterior”, y a lo largo de los años hemos comprobado que, si bien todos prometen cambios radicales, las verdaderas mejoras en calidad de vida no dependen exclusivamente de quién esté en el poder. La democracia es un sistema que requiere no solo de elecciones, sino de ciudadanos comprometidos con los valores democráticos. Es el sistema más difícil, porque exige una sociedad consciente, que esté dispuesta a trabajar por el bien común más allá de los resultados electorales.
Es cierto que, al final, más que los colores políticos, lo que debería importar es vivir en una sociedad con bienestar, justicia, y oportunidades para todos. Porque, como decimos, «¿qué importa si el gobierno es de izquierda, centro o derecha, si los ciudadanos tienen acceso a salud, educación, seguridad, transporte, servicios públicos de calidad, trabajo y justicia social?»
Un Llamado a Fortalecer la Democracia y No Dejarla Perder
Si Estados Unidos termina esta contienda electoral en una confrontación incesante, donde el objetivo es derrotar al rival en cada oportunidad sin considerar las consecuencias para la nación, perderemos más que una elección. Perderemos el ejemplo de democracia que este país ha sido para el mundo durante más de dos siglos.
La democracia es un proyecto colectivo, un pacto social que debe nutrirse y fortalecerse. Es lo que garantiza que, sin importar quién gane una elección, el país pueda seguir adelante. Pero si la democracia pierde su capacidad de unir y de sanar, no habrá ganador verdadero. El peor escenario es ese: una democracia desgastada, debilitada y cada vez menos funcional.
La elección del próximo presidente es importante, sí, pero es solo una pieza del rompecabezas. Lo que está en juego es mucho más grande que una elección o un candidato: es el sistema, la democracia y la cohesión de una nación.
Victor Julio Escalona
Editor.