Vierne5. / Internacionales.
El presidente brasileño y su equipo advierten que Maduro no aporta valor al bloque, mientras Rusia e Irán podrían aprovechar su inclusión para sus propios intereses geopolíticos.
En el ámbito internacional, Nicolás Maduro parece estar ganándose más enemigos que aliados, incluso entre quienes podrían considerarse sus «camaradas». El presidente de Brasil, Lula da Silva, ha dejado claro que no quiere al líder venezolano en el club BRICS, un bloque económico que busca consolidar una alternativa de poder frente a Occidente. Según un alto asesor de Lula, el club debe «buscar socios que realmente contribuyan», sugiriendo que, en términos criollos, «Maduro no arrima una pal mingo».
La decisión de Brasil no sorprende. Maduro ha sido visto como un fardo político, un «collar de bolas criollas» que pocos quieren cargar. Su régimen, marcado por la crisis humanitaria, económica y de derechos humanos, no solo ha aislado a Venezuela en la escena internacional, sino que también ha erosionado su influencia en América Latina.
El asesor principal de Lula fue claro al señalar que el BRICS, formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, necesita socios que aporten valor al grupo. Y en este contexto, Maduro no es visto como un activo, sino como una carga más que perjudicaría la imagen del bloque. Para Brasil, mantener una relación con países que tienen una influencia económica, tecnológica y política significativa es esencial para que el BRICS se mantenga como una alternativa real al dominio de Occidente.
Sin embargo, aunque Lula y otros miembros del bloque lo consideren un «fardo», Maduro podría ser útil para otras potencias como Rusia e Irán, que tienen un enfoque más confrontacional hacia Estados Unidos y Occidente. Estos países buscan ampliar la influencia del BRICS en el escenario geopolítico, y Maduro, con su ferviente antiamericanismo, podría servir como una pieza en ese tablero estratégico.
El interés de Rusia, Irán y, en menor medida, China, en fortalecer el BRICS como un instrumento de confrontación con Occidente podría ser la ventana que Maduro necesita para entrar en el club. Aunque su régimen ha convertido a Venezuela en una de las peores economías del continente, su alineación con estas potencias le da cierto valor en términos geopolíticos. Venezuela, como aliada de Rusia e Irán, podría ser una pieza clave en la estrategia de estas naciones para desafiar la hegemonía de Estados Unidos y sus aliados.
China, aunque más pragmática en sus relaciones internacionales, podría ver a Venezuela como una oportunidad para afianzar su influencia en América Latina, una región que cada vez es más importante en la lucha por recursos naturales y espacios de influencia económica.
Para el BRICS, incluir a Venezuela sería arriesgar la cohesión y la efectividad del bloque. El grupo busca consolidarse como un bloque económico alternativo, no como un arma de confrontación. La inclusión de un régimen tan inestable y poco confiable como el de Maduro podría poner en peligro ese equilibrio. Lula lo sabe, y por eso se opone a la entrada de Venezuela, consciente de que el liderazgo del BRICS debe centrarse en la cooperación económica, el desarrollo tecnológico y la influencia en organismos multilaterales, no en ser un peón en los juegos de poder de Putin e Irán.
Desde Vierne5, observamos cómo Nicolás Maduro, a pesar de sus alianzas con potencias autoritarias, sigue siendo visto como un «malquerido» en la escena internacional. El rechazo de Lula da Silva y la resistencia de otros líderes del BRICS demuestran que su régimen no solo ha hundido a Venezuela, sino que también ha limitado sus propias oportunidades de ser tomado en serio en foros internacionales.
Sin embargo, Maduro sigue siendo una ficha útil para quienes buscan confrontar a Occidente, y eso le permite mantenerse a flote en un mundo geopolítico cada vez más polarizado. Aún así, su futuro dentro del BRICS sigue siendo incierto. El bloque tendrá que decidir si prioriza la cohesión económica o si permite que figuras como Maduro entren, arriesgando su imagen y sus objetivos.
¡El mundo observa y Venezuela sigue siendo parte del tablero de juego!
Vierne5./ Internacionales.