Vierne5./ La Voz del Lector.
Líderes internacionales y la comunidad venezolana exigen transparencia y verdad, mientras Maduro enfrenta una creciente presión global
La farsa electoral en Venezuela ha llegado a un punto de ebullición internacional. Nicolás Maduro, rodeado de denuncias y descontento, se encuentra cada vez más aislado y presionado, no sólo por los venezolanos, sino por una coalición global que exige claridad y justicia.
Brasil, Colombia, Estados Unidos, Uruguay, Chile, la Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea y otros actores clave, están elevando sus voces en un coro que resuena con una sola demanda: la verificación de las actas electorales.
Maduro, quien intenta proyectar una imagen de control y resolución, no puede ocultar su impaciencia y malestar ante las crecientes exigencias de transparencia. Sus intentos de cerrar el caso y desviar la atención han fracasado estrepitosamente. «Saquen sus narices de Venezuela», vocifera, pero su retórica ya no intimida. Las naciones del mundo, comprometidas con la democracia y los derechos humanos, no están dispuestas a aceptar las “servilletas de Amoroso” ni las manipulaciones del Tribunal Supremo de Justicia como la última palabra.
La presión internacional no es simplemente diplomática. Es una manifestación de la solidaridad global con el pueblo venezolano, que ha sufrido demasiado tiempo bajo el yugo de un régimen que se mantiene en el poder a través del engaño y la represión. El llamado a una auditoría imparcial y transparente es más que una demanda política; es un clamor por justicia y por el respeto a la voluntad popular claramente manifestada en las urnas.
En Venezuela, la situación es palpablemente tensa. Cada aparición pública de Maduro se convierte en un escenario para la exigencia de cuentas. Los ciudadanos, fortalecidos por el apoyo internacional, no están dispuestos a retroceder. Las actas son más que papeles; son el símbolo de su lucha por la democracia, la integridad y el futuro de su nación.
Aunque Maduro intente declarar el caso como cerrado, la realidad es otra. La causa por la democracia en Venezuela está más viva que nunca, «vivita y coleando». Este no es el final del drama político en Venezuela, sino posiblemente el principio del fin de una era marcada por la usurpación y el despotismo. La comunidad internacional, junto con los venezolanos, está preparada para mantener la presión hasta que la luz de la verdad y la justicia disipe las sombras de la tiranía.
Vierne5./ La Voz del Lector.