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Ralph Gonsalves, primer ministro de San Vicente y Las Granadinas, sorprende con declaraciones a favor de Maduro, desconociendo la realidad venezolana y la geopolítica regional
Desde la pequeña nación de San Vicente y las Granadinas, el primer ministro Ralph Gonsalves ha lanzado unas declaraciones que han resonado con un estruendo sordo en los círculos diplomáticos y políticos del hemisferio occidental. Al afirmar que Nicolás Maduro es la opción preferible para el sector petrolero de Guyana sobre cualquier gobierno de derecha en Venezuela, Gonsalves no solo muestra un sorprendente desapego a la realidad política y económica de la región, sino que también desacredita la lucha venezolana por la democracia y la autonomía nacional.
Gonsalves, alineándose con Maduro, ignora los informes de múltiples organizaciones internacionales que han documentado la desastrosa gestión de PDVSA bajo el régimen chavista, que ha llevado a la industria petrolera venezolana a su más baja producción en décadas. Además, su postura olvida convenientemente los cientos de sanciones impuestas por la comunidad internacional contra el régimen de Maduro por violaciones de derechos humanos y corrupción.
El primer ministro también juega un papel delicado como interlocutor en la prolongada disputa fronteriza entre Venezuela y Guyana por el territorio del Esequibo. Al posicionarse tan abiertamente a favor de Maduro, compromete su credibilidad como mediador neutral y pone en juego la integridad del proceso diplomático.
Con estas declaraciones, Gonsalves no solo se alinea con un dictador reconocido, sino que también arroja dudas sobre su comprensión de la dinámica política y económica de la región. Asegurar que un gobierno democráticamente elegido en Venezuela sería peor para Guyana que el régimen actual es no solo un falseamiento de la realidad, sino una verdadera aberración política.
Los venezolanos, que han sufrido bajo el yugo de la miseria y la represión, y los guyaneses, que buscan un futuro pacífico y estable para su disputa territorial, merecen más que la retórica irresponsable de un líder que parece más interesado en provocaciones que en la paz regional.
En conclusión, las palabras de Gonsalves no son solo una decepción; son un recordatorio de que en la política caribeña, así como en la internacional, las alianzas a menudo se tejen no en torno a los ideales de democracia y justicia, sino alrededor de intereses más oscuros y, a veces, inconfesables. Los pueblos de Venezuela y Guyana merecen líderes que defiendan la justicia y la soberanía sin compromisos tan flagrantes a la conveniencia política.
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