A medida que Nicolás Maduro intensifica la represión, la indignación y el rechazo no solo se solidifican en Venezuela, sino que también comprometen a sus simpatizantes globales
En las calles de Venezuela, la atmósfera está cargada no solo de gases lacrimógenos, sino también de un creciente desdén hacia Nicolás Maduro y su régimen. Con cada acto de violencia y represión, Maduro no solo reafirma su derrota en las urnas, sino que también cimenta su posición como el mandatario más repudiado en la memoria pasada y reciente de Venezuela. Este rechazo no es una mera impresión pasajera; se ha convertido en un clamor que incluso ha comenzado a incomodar a sus antes inquebrantables aliados internacionales.
El descontento que Maduro ha sembrado con sus políticas y acciones brutales ha germinado en un repudio que ahora cosecha. Los sectores más afectados no son solo los opositores políticos tradicionales, sino también aquellos ciudadanos comunes, cuyas vidas y libertades han sido pisoteadas por un régimen que no escatima en violencia para mantenerse en el poder. Desde mujeres y jóvenes hasta trabajadores de la prensa independiente, nadie parece estar a salvo de la ira del régimen.
El daño reputacional de Maduro se extiende más allá de las fronteras venezolanas. Figuras como Cristina Kirchner, que una vez mostraron simpatía por el chavismo, ahora se ven obligadas a distanciarse de las acciones de un gobierno que ha convertido la represión en política de Estado. Incluso aquellos que lo alababan como un «estadista» se encuentran ahora en un aprieto, tratando de desvincularse de un líder que ha demostrado ser cualquier cosa menos digno de ese título.
Internacionalmente, los respaldos a Maduro se diluyen. Las imágenes de represión y las noticias de detenciones arbitrarias han hecho mella en su imagen a nivel global, obligando a sus aliados a reconsiderar su apoyo. En un mundo que valora cada vez más la democracia y los derechos humanos, el apoyo a un dictador se convierte no solo en un mal cálculo político, sino en un suicidio reputacional.
«El más repudiado» no es solo un título; es una realidad palpable que enfrenta Nicolás Maduro. Cada día que pasa, Venezuela se acerca más a un punto de no retorno, en el que el único camino viable será el respeto a la voluntad del pueblo, expresada claramente en las urnas y defendida bravamente en las calles.
Vierne5./