Vierne5. / Editorial.
Maduro y su banda se tambalean tras el golpe del 28-J, mientras intentan maquillar la realidad con acusaciones risibles y un relato que nadie cree
El régimen de Nicolás Maduro insiste en repetir que “todo está normal” en Venezuela tras las elecciones del 28 de julio. Sin embargo, sus propios actos contradicen ese relato. Desde el rocambolesco espectáculo de Diosdado Cabello hasta las absurdas acusaciones contra María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, las señales que emiten desde el poder no son de estabilidad, sino de paranoia.
Un montaje hilarante, pero peligroso
No hay que tomar a la ligera las risibles acusaciones que el régimen ha lanzado contra los líderes opositores. Aunque las conspiraciones fabricadas por Cabello carecen de cualquier sustento, la historia nos ha demostrado que pueden convertirse en una herramienta peligrosa para justificar detenciones arbitrarias, persecuciones y nuevos atropellos a los derechos humanos. Sin embargo, lo más revelador de estos ataques es lo que delatan: un régimen que no se siente seguro, ni siquiera dentro de su propia burbuja de poder.
La paranoia del 28-J
Es lógico que el chavismo no pueda conducirse con normalidad después de haber perpetrado uno de los fraudes electorales más descarados de la historia reciente. No solo arrebataron unas elecciones donde la ventaja de la oposición fue de casi cuatro millones de votos, sino que, además, lo hicieron a plena luz del día, dejando al descubierto un desprecio absoluto por la voluntad popular.
Maduro y su banda pueden fingir serenidad, pero su paranoia es evidente. ¿Cómo no estarlo, cuando saben que millones de venezolanos vieron cómo fueron derrotados y cómo la dictadura les negó el cambio que exigían en las urnas?
Una normalidad que no convence ni a ellos mismos
Maduro podrá repetirlo tantas veces como quiera: “Todo está normal”, pero esa frase es una burla para los venezolanos que sufren las consecuencias de un país en ruinas. La represión aumentó tras el 28-J, las detenciones arbitrarias siguen llenando cárceles, y las excarcelaciones recientes no son más que maniobras para desviar la atención de crímenes como la muerte de Jesús Martínez bajo custodia del Estado.
El régimen en jaque
La insistencia de Maduro en sostener una narrativa de normalidad también lo pone en una posición débil ante la comunidad internacional. ¿Cómo puede hablar de estabilidad cuando su gobierno es cuestionado por organismos como la CIDH y hasta la Corte Penal Internacional envía comisiones para investigar detenciones? ¿Cómo puede hablar de normalidad cuando líderes mundiales como Antony Blinken, Giorgia Meloni y ahora incluso el presidente Trump reconocen a Edmundo González Urrutia como presidente electo de Venezuela?
La mentira tiene piernas cortas
El régimen ha construido su poder sobre una montaña de mentiras, pero esta vez el peso de esas falsedades parece más grande que nunca. Ya no solo enfrentan a una oposición interna decidida y movilizada, sino a una creciente presión internacional que no está dispuesta a pasar la página del 28-J.
Maduro y su banda pueden intentar maquillar la realidad todo lo que quieran, pero la verdad es ineludible: no hay nada normal en Venezuela. Lo saben ellos, lo sabe el pueblo y lo sabe el mundo. La verdadera estabilidad solo llegará cuando se respete la voluntad popular y se recupere la democracia. Hasta entonces, cualquier intento de simular normalidad no será más que otra farsa, de las muchas que este régimen ha montado para intentar sostenerse en el poder.
Victor Julio Escalona
Editor.