El violinista virtuoso negro que impresionó a Beethoven

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El violinista George Bridgetower, como tantos otros artistas negros, ha sido olvidado por una historia que pertenece a quienes controlan la narrativa.

Bridgetower nació el 13 de agosto de 1778, en el este de Polonia, y fue bautizado como Hieronymus Hyppolitus de Augustus. Su padre, Joanis Fredericus de Augustus, era de ascendencia africana; su madre, Maria Schmid, era germano-polaca, lo que hizo de Bridgetower lo que entonces se conocía como un mulato, una persona de raza mixta.

El padre de Bridgetower que, tomó el nombre de Frederick, y a veces usó los otros, fue la fuerza impulsora de la carrera de su hijo. Guapo, encantador y con fluidez en múltiples idiomas, Frederick era un narrador natural con un don para la promoción; afirmaba que su padre había sido un príncipe africano adoptado extraoficialmente por un capitán de barco holandés, al que se le prometieron diamantes y polvo de oro, y que luego fue vendido como esclavo, sobreviviendo a un naufragio en el proceso. El padre se casó con una mujer africana y terminó en Barbados, donde nació Frederick; el nombre de Bridgetower probablemente se derivó de la capital de la isla, Bridgetown.

Seis meses después de que Beethoven contemplara el suicidio, al confesar la desesperación que sentía por su creciente sordera en el documento de 1802 conocido como el Testamento de Heiligenstadt, estaba de juerga en las tabernas con un carismático nuevo camarada, George Polgreen Bridgetower. Este violinista mestizo había llegado recientemente a Viena, e inspiró una de las piezas más famosas y apasionantes de Beethoven, la Sonata Kreutzer.

Beethoven incluso le dedicó la sonata a Bridgetower. Pero el irritable compositor —quien más tarde quitaría la dedicatoria a Napoleón de su Tercera Sinfonía— finalmente la retiró.

Aunque Napoleón no necesitaba a Beethoven para asegurar su lugar en la historia, ese desaire hizo que la figura de Bridgetower fuese relegada a la oscuridad. Aunque su nombre estaba incluido en la biografía de Anton Schindler de 1840 sobre Beethoven, fue descrito incorrectamente como “un capitán de navío estadounidense”. Como tantos otros artistas negros prominentes durante sus vidas, ha sido en gran parte olvidado por una historia que le pertenece a los que controlan la narrativa.

“Su talento, tan genuino como precoz, es una de las mejores respuestas que se pueden dar a los filósofos que desean privar a los de su nación y su color de la facultad de distinguirse en las artes”, decía una reseña en Le Mercure de France.

Beethoven y Bridgetower formaron un vínculo instantáneo. Es posible que el compositor, entonces de 32 años, se haya visto reflejado en el violinista de 24 años. Beethoven había sido apodado “el español” por su tez morena, y los grabados de los dos hombres muestran un marcado parecido. También tenían en común padres abusivos con intereses creados en sus carreras, así como la capacidad de emocionar al público con sus asombrosos talentos.

Después de escuchar a Bridgetower tocar, Beethoven no solo accedió a participar en un concierto para él en el Augarten, sino que también decidió escribir algo para que tocaran juntos. Ya había empezado a bosquejar los dos primeros movimientos de una sonata para violín, para acompañar un final previamente descartado. Ahora comenzó a componer pensando en Bridgetower, ya que los dos hombres se quedaban despiertos por las noches bebiendo y actuando como adolescentes. Aunque Bridgetower fue descrito como melancólico, también podía ser muy alegre y arrogante. Sacó a relucir el lado desenfadado y obsceno de Beethoven.

El concierto había sido planeado para el 22 de mayo de 1803, pero como la sonata no estaba lista, se pospuso hasta el 24. A las 4:30 de la madrugada, Beethoven instruyó a su pupilo, Ferdinand Ries, para que copiara los dos primeros movimientos para el violinista. Ries solo logró el primero, y la parte del piano aún estaba en forma de boceto. Beethoven y Bridgetower subieron al escenario para el concierto en la mañana, sin haber ensayado nunca la pieza

Después de varios conciertos más en París, incluyendo uno al que asistió Thomas Jefferson, los Bridgetower —como se llamaban a sí mismos— partieron hacia Inglaterra, donde la familia causó sensación.

Con la ropa de inspiración oriental en boga, Frederick aumentó su presunto exotismo vistiendo amplias túnicas turcas. Todo el mundo quería conocer a este “príncipe africano” y a su prodigio, cuyo nombre se había convertido en George. En el otoño de 1789, Frederick había conseguido que su hijo actuase ante el rey Jorge III y la reina Carlota, así como ante el príncipe de Gales, más tarde Jorge IV.

George produjo “asombro general” al tocar en Bath, según el Bath Morning Post. A los 11 años, debutó en Londres con un concierto de Giornovichi entre las dos primeras partes del Mesías de Handel. Él y su padre estaban a menudo en Carlton House, la residencia del Príncipe de Gales, que organizaba regularmente conciertos de cámara. El 2 de junio de 1790, el príncipe patrocinó un concierto benéfico para Bridgetower y otro joven artista en las Hanover Square Rooms, el principal lugar de conciertos para la alta sociedad.

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